Marco Petit

Marco Petit

Último día

Otro día en la oficina. Martínez tenía marcado en un calendario con un círculo el 28 de febrero, y con una equis, los días que venían pasando hasta llegar a esa fecha, faltaban apenas 14 días para jubilarse. Generalmente la rutina era beber café y charlar con los compañeros, en ese departamento no había mucho que hacer, a pesar de estar en el departamento de homicidios, los nuevos casos pasaban para gente más jóven y sólo acudían a él cuándo necesitaban algún tipo de consejo porque a pesar del hastío, era bastante bueno en su profesión. Todo transcurría normalmente hasta que Orlando se acerca a su puesto, con una expresión muy sombría.

— Martínez, lo siento mucho —anunció.

— ¿Qué sientes? ¿Qué pasó?

— Encontramos a una mujer en el río. Le cercenaron los brazos y estaba atada por el cuello...—arrastró Orlando.

—Ajá, ajá ¿Pero por qué carajos lo sientes? ¿Quién es? —Inquirió impacientemente Martínez mientras se levantaba del asiento.

— Es Flor ?sentenció el jóven oficial.

—¿FLOR? ¿Estás seguro? —Martínez no lo podía creer, su hija muerta. Eso no tenía sentido alguno. Había hablado con ella la noche anterior y todo estaba igual que de costumbre. No fué sino hasta que bajó a la morgue y la reconoció, que pudo convencerse.Todavía estaba vestida, tenía ropa deportiva, y el pie izquierdo estaba fracturado y le faltaba el zapato. Al verla así de color azul, sin brazos se sintió abatido, destrozado. Los demás oficiales lo acompañaron de vuelta a su oficina para que se calmara. En su cabeza pasaban imágenes de la vida de su hija, como una especie de película sin sonido. Desde el momento que nació, sus cumpleaños, el primer día de clases del preescolar, aquellas noches en las cuales se preocupaba si se enfermaba, su graduación… todo.

Le ofrecieron un calmante y éste reaccionó violentamente.

—¡NO QUIERO UN CARAJO. QUIERO SABER QUÉ PASÓ, QUIERO ENCONTRAR A ESE HIJO DE PUTA! -Gritó. Su tristeza seguía pero también tenía otro sentimiento, quería venganza, más que justicia quería saber qué había pasado, quién había hecho tal cosa y hacer su justicia, con sus propias manos.

Fueron hasta el lugar dónde la encontraron. Martínez y tres oficiales más, siguieron el camino río arriba. Algo debía haber. Caminaron por horas por un camino sinuoso hasta que el sól se empezó a poner en el horizonte, y fue justo entre dos piedras que formaban un pequeño dique en el río que encontraron el zapato...

Próximamente la continuación....

Taller literario de Suspenso

Marco Petit

24/06/24